Su visión comercial y dedicación explican el éxito que coronó los negocios, muy diversos, que emprendió después de su comienzo como empacador nocturno en una fábrica de galletas y fideos, modesto empleo que combinó con sus estudios finales en la Academia Pitman. Se había acreditado ya en el ramo de los seguros, como gerente local de compañías como La Latinoamericana, La Peninsular y América, cuando inició, como distribuidor de los extintos Studebaker, su próspera carrera en la industria automotriz. En los años 50 obtuvo la representación en Yucatán de los automóviles Chevrolet. Con el tiempo, en unión de sus hijos Omar y Emilio, inició la exhibición y venta local de los Cadillac y otras marcas de la General Motors, y de firmas europeas como Saab, Peugeot, Fiat y Alfa Romeo. Siempre en compañía de sus hijos, se distinguió en el campo inmobiliario con su intervención rectora en la proyección y construcción, entre otras obras, del fraccionamiento Montecristo y los hoteles Holiday Inn, Hyatt Regency y Reef Club, éste en Telchac Puerto. En 2004 fue galardonado por la Escuela de Negocios de Mérida con la Medalla al Mérito Empresarial.